En la primera redacción en la que trabajó Caparrós su jefe era Rodolfo Walsh. Arranco con este dato porque me consta que el argentino levanta pasiones a favor y en contra, y, aunque a más de uno le sonará impostado este alegato pro-Caparrós, no tengo la más mínima duda de que es uno de los periodistas de los que más y mejor se puede aprender. Si se quiere transformar la materia prima reporteada en textos que el lector digiera y agradezca, leer y releer las crónicas ‘caparrosianas’, o sus libros, es una gran inversión. Dicho esto, y consciente de que elegir una única crónica sobre el ramillete de obras maestras que ha firmado es un acto de injusticia, me quedo que la él mismo alguna vez defendió como su reportaje más redondo: ‘El sí de los niños’, que narra el drama de la prostitución infantil en Sri Lanka.
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